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La cabaña…..

¡Qué tonalidades de verdes! A pesar de la poca agua que ha caído en España, los campos, las flores y los árboles son tan agradecidos para con nosotros que muestran su esplendor a pesar de todo.

¡Qué bonita es la naturaleza! Caminando por senderos y caminos dentro de un bosque repleto de rododendros mis pensamientos fluyen positivamente en mi cabeza, cosa de lo cual me alegro. Me voy acercando a un valle verde como la esmeralda que contiene un manto de amapolas que me gritan que estamos en primavera. En ese vergel rojo como la sangre destaca una caseta blanca que algún día fué refugio de pastores y en dicha casetilla unas ventanas coloradas a juego con las amapolas que te invitan a entrar aunque parece cerrada y no en muy buen estado.

Me acerco a ella porque quiero ver la panorámica desde allí y hacer unas buenas fotos si el sol me lo permite y veo que en la puerta que accede a la barraca  hay una inscripción hecha con algún instrumento puntiagudo que perforó la madera para hacer las letras que componen la frase en cuestión que me daba la bienvenida.

«Este es el inicio de tu vida, descansa y piensa qué quieres hacer con ella». Me pareció una frase rara y un poco desconcertante a la vez que desentonada en este paisaje tan idílico.

La puerta, al contrario de lo que pensé, estaba abierta y como la naturaleza humana es tan cotilla yo no iba a ser menos y por supuesto entré. ¡Era algo tan simple y tan acogedor a la vez que me dieron ganas de quedarme allí toda la noche! Había un pequeño sofá de piel un poco raído por el paso del tiempo pero paradójicamente limpio, una pequeña mesa igualmente afectada por los años, dos sillas y una chimenea. Al lado de dicha chimenea un montoncito con leña. Toda la caseta era de madera dando al espacio una calidez y paz indescriptible. Encima de la viga de la chimenea un libro grande con tapas de piel negras que yo creo era el protagonista de toda y única estancia.

Como llevaba más de tres horas andando y todo estaba inusualmente limpio, decidí sentarme a descansar viendo de fondo las amapolas que el viento mareaba de un lado a otro. Estuve un rato quieta sin mover músculo alguno porque estaba en la gloria y no quería perderme ni un segundo de este estado de bienestar.

Al rato decidí coger dicho cuaderno negro colocado estratégicamente a la vista y empecé a echarle un vistazo. Me quedé gratamente sorprendida de lo que leí y comprendí al momento el  porqué estaba la cabaña tan limpia y el significado de la frase grabada en la pared.

En cada una de las páginas había un escrito de alguien que había pasado la noche en la cabaña y de cómo su despego momentáneo de la sociedad le había otorgado un estado tal de bienestar que había tomado decisiones claves en su vida. Uno de ellos llamado Eric tras muchos años de dudas e insatisfaciones y gracias a este retiro voluntario decidió acabar con una relación que no le hacía feliz.

En otra de las hojas una tal Sandra había escrito con una letra impoluta que había comprendido que su vida actual no la hacía feliz, quería romper, según ella, con toda la gente tóxica de su alrededor y empezar buscando otro trabajo más placentero para ella. Así hasta mil y pico de hojas cada una diferente de la anterior. Todos coincidían en un agradecimiento al dueño de esta caseta que altruistamente había dejado a modo de refugio para que todo aquel que necesitara aire limpio y despejar la mente lo hiciera con la única condición de pasar sólo una noche y limpiar la cabaña antes de irse para que el posterior invitado la encontrara decente…

Me pareció tan bonito que me pregunté de quién sería la cabaña y cómo se le ocurrió semejante propuesta. Me preguntaba si sería capaz de quedarme una noche allí pues yo peco de miedosa. Finalmente decidí que sí, traía unos bocadillos, agua y un termo con café así que lo tenía todo para poder pecnoctar en tan hogareño espacio. No hacía mucho frío pero no me pude resistir a encerder la chimenea y disfrutar de este gran regalo inesperado.

Sin quererlo estaba allí sola, en medio de un valle y mis pensamientos se dirigían a la parte más positiva de mi cerebro. Escaneé toda mi vida y me centré en mi estado actual mejor que el de hace algunos meses y empecé a tomar decisiones importantes para mí a la vez que inamovibles.

¡Cómo es la naturaleza humana! Creemos que somos los únicos insatisfechos con nuestras vidas cuando en realidad y desgraciadamente somos muchos los que seguimos conformándonos sin tomar la decisión definitiva de cambiar.

Quizás lo que necesitamos es una pequeña cabaña que nos aisle de nuestra realidad para sopesar todo. Quizás es mucho más sencillo de lo que creemos y cuando nos decidamos a cambiar nos arrepentiremos de no haberlo hecho mucho antes. Quizás el cambio  no es acabar o cambiar sino hacerlo de otra manera mejor para nosotros. Quizás las personas que nos rodean son las que nos quitan la energía y las fuerzas para el cambio.

Búscate una cabaña imaginaria para refugiarte en ella y pensar…. Aunque sólo sean diez minutos pero dedícatelos a ti y a tus necesidades, es imprescindible para tu salud mental.

Esta pequeña aventura me transformó inusualmente para empezar a ver la vida de otra manera. A la mañana siguiente recogí todo, limpié la chimenea y escribí en el libro negro pues había aún un sinfín de hojas en blanco.

Me fuí de allí con el propósito de investigar quien era el dueño o la dueña de la cabaña y averiguar cómo se le ocurrió dicha idea.

A veces necesitamos desconectar y alejarnos de  nuestra realidad para poder verla desde otra perspectiva y recapacitar sobre ella para analizar lo que no nos proporciona felicidad y por qué seguimos a pesar de ello.

¡RECORDAD SER FELICES!

E. M❤️

Autor:

He aprendido a disfrutar con las cosas pequeñas que no tienen precio, todo lo que se puede comprar carece de valor en mi alma.

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