
Por respeto no critico, por honestidad no juzgo, por decencia no digo las cosas sin pensar y porque me respeto a mi misma intento respetar a los demás. No soy perfecta pero sí me creo lógica y la lógica me dice que actuando de esta manera los demás lo harán conmigo.
¡Qué simple y racional pensamiento! No sería complicado ponerlo en marcha, es tan simple que suena incoherente no llevarlo a cabo. Es tan fácil conectar con esta cavilación que el sólo hecho de no hacerlo nos hace el más horrible de los seres vivos.
Cada vez que cumplo años intento comprender más a mis congéneres, me esfuerzo por sacarle el sentido a actitudes, maneras de pensar o maneras de actuar, pero cada vez comprendo menos al ser humano. No acabo de convencerme como en pleno siglo XXI aún hay dictadores que juegan a la ruleta rusa con los ciudadanos de sus paises y como los derechos humanos se pisotean diariamente ante mis ojos de tal manera que ya lo veo como parte del día a día. Me hiere que nadie quiera hacer nada al respecto. La humanidad es consciente de que la solución está en las manos de los más poderosos y es más sencilla de lo que quieren hacerme creer. . Es trágico que la respuesta esté sólo en manos de unos pocos. Al contrario de lo que parece mis votos no son democráticos aunque parezca lo contrario. Soy marioneta ante las artimañas, cesiones y «tiras y aflojas» del gobierno que para él es más importante el poder que el bienestar del pueblo.
No acabo de entender (llámenme simple por ello) como la satisfacción de unos pocos prevalece sobre la necesidad de todos los demás. Tampoco soy capaz de digerir esas leyes que discuten y aprueban aquellos que jamás las utilizarán. ¿Cómo saber lo que se siente en una lista de espera de la Seguridad Social si aquellos que designaron recursos para ello jamás pisarán el suelo de la sanidad pública? Cómo dice el dicho «quien inventa experimenta».
Hay tantas anomalías que escapan a mi entendimiento que veo las cosas mucho más fáciles de lo que son. No veo difícil la ecuanimidad en la repartición de recursos, no veo difícil ni imposible organizar de la manera más perfecta las riquezas para evitar el hambre de muchos y no concibo el exorbitante egoismo de otros.
No entiendo de corrupciones si todos apoyamos la ley, no llego a comprender como un pequeño y débil hombrecillo puede marcar la suerte de un país. En fin, no mirar no significa que no exista, eludir responsabilidades no elimina lo que pasa en nuestro mundo y apartarnos a un lado sin hacer nada no quiere decir que el problema desaparezca. El que no hace nada ante una injusticia se convierte en cómplice de ella.
Y ésto no quiere decir que empuñemos la espada y nos liemos a luchar contra gigantes invisibles, sólo quiere decir que podemos empezar desde lo más simple y de ahí ir progresando cambiando el mundo desde nuestro prisma.
Tenemos que quejarnos por aquello que consideramos injusto, ayudar a cualquier persona que esté a nuestro lado, (si está en nuestra mano) ser considerados con los demás. Quererse a uno mismo es nuestra prioridad y está muy bien, pero muchas veces tenemos que dejar atrás nuestro propio beneficio para apoyar al prójimo.
El egoísmo lo pudre todo, la ansiedad de poder corrompe todo, el dinero denigra al ser humano y la soberbia nos lleva a la muerte. Quiero participar en el cambio y desde mi humilde posición haré todo lo que pueda aunque sea a pequeña escala.
Son en las fechas significativas donde mucha gente quiere hacer actos de buena voluntad pero ¿Qué pasa con el resto del año? Y no me malinterpreten es mejor hacer el bien aunque sólo sea en esas fechas que no hacerlo nunca, pero me crea rechazo que sólo en las Navidades todo el mundo quiera ser el espíritu bueno de las fiestas.
Nuestras relaciones a través de elementos virtuales nos impide conocer a las personas, jamás podrá compararse una mirada de frente ante nuestro interlocutor donde puedes percibir sensaciones que una imagen en la pantalla donde el teatro se esconde más fácilmente. No relacionarnos presencialmente nos convierte en egoístas y nos convertimos en seres humanos ajenos a los problemas reales de nuestro mundo. En las redes todo es una incógnita y sólo suponemos quien tenemos al otro lado. Empecemos de nuevo a quedar en un lugar físico, a hablar e intercambiar nuestras opiniones en reuniones reales, conocer a personas de carne y hueso, en fin, empecemos a vivir en la realidad y sobre todo ayudemos dentro de nuestras posibilidades para que los menos afortunados tengan una mejor calidad de vida.
Muchas veces y sobre todo ahora estoy encerrada a voluntad propia pero me siento más libre que nunca!! ¡Qué curiosa contradicción|
SER FELICES
E. M§