
Horizonte oscuro de sueños inacabados con aves nocturnas volando entre montañas. Oscuridad eterna que no se compadece de un alma enferma que lucha por sobrevivir.
En el árbol de esta vida no hay hojas ni flores que renazcan en primavera, sólo hay dolor y raíces acabadas en garras para arañar la tierra. Todo está rodeado de pensamientos negativos que atraen a la muerte para suerte de ella.
Un mundo lleno de dolor que ahora no tiene posibilidades de abrirse al color, ahora no hay resplandor ni luces que guíen a los sentidos para sobrevivir. Aquellos pájaros nocturnos rodean la montaña como aves carroñeras dispuestas a picotear el cuerpo muerto que no es capaz de levartar cabeza.
Un día a lo lejos aparece un pequeño claro cual puerta abierta al otro mundo y se abre paso la esperanza. Un atisbo débil de vida que parece prometer una pequeña salvación y un camino para seguir. El alma se revela ante la oscuridad y a pesar de las aves carroñeras que responden a los nombres de desilusión, abatimiento, soledad, melancolía o cobardía, lucha contra todo para seguir caminando con pequeños pasos.
Cuando toda esperanza se disuelve en el mar de nuestro destino siempre hay una pizca de ella que queda como faro en el océano para dar luz a quien lo necesita. Por eso siempre está ahí esa salida aunque parezca imposible.
Estés en el estado que estés siempre encontrarás ese rayito de esperanza que te volverá a resucitar de tu sopor y eso es bueno porque algún día llegarás allí donde tanto te ha costado avistar.
Al ir llegando a ese pequeño resplandor parece que todo se ilumina y que el alma empieza a resurgir poquito a poco para no dejar de caminar hasta estar lejos de ese oscuro horizonte.
Aunque parezca todo casi hetéreo, siempre, siempre hay un pequeño faro en la distancia que indica el camino a seguir sólo hay que poner los ojos en la esperanza y todo puede cambiar.
E. M§
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