
Hoy me he levantado recordando, he paseado por el palacio de mis recuerdos y han salido a mi encuentro todos los bellos momentos pasados.
He comprendido que ahí estaban muy guardados y casi imperceptibles. He viajado al pasado y he empezado a pintar con trazos temblorosos cada uno de ellos. Mi boca ha dibujado una sonrisa que me ha pillado desprevenida pero que me ha sentado a las mil maravillas. Con tanto pensar en el presente se me olvidaban los momentos felices de mi vida. Esta depresión había acabado con ellos porque todo lo que llegaba a recordar era lo negativo y me he dado cuenta las malas mañas que se trae nuestro cerebro cuando juega con nosotros.
Somos todo lo acumulado y vivido hasta la fecha. Somos un cúmulo de sensaciones y emociones desordenadas que cuando se ponen en su lugar todo cobra sentido. Somos un flujo de información que, algunas veces, evitamos comprender pero que siempre han estado en este palacio de la memoria.
Me imagino un gran palacio real lleno de lujosas habitaciones donde en cada una de ellas están esos recuerdos vivos y bellos, sólo hace falta recorrerlo de vez en cuando. Hoy las puertas de los malos momentos estaban cerradas y por nada del mundo he querido abrirlas.
Hoy he cabalgado en el pasado y ésto ha provocado una cadena de sensaciones que han hecho que mi presente sea distinto.
Siempre tenemos recuerdos buenos aunque a veces los guardemos en habitaciones lejanas y los encerremos destruyendo la llave. A veces cuando el día a día nos ahoga olvidamos que no todo fué negativo en nuestras vidas y que en algún momento fuimos personas felices. Este pensamiento nos da la oportunidad de la esperanza, de vislumbrar un poquito de luz entre tanta sombra.
Con todos mis buenos recuerdos me he puesto a pintar y he dibujado algo alegre y con vida que me ha sacudido el alma.

E. M§
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