Publicado en Entretenimiento

El ángel de la muerte

Cada noche se quedaba con ella en el hospital porque le daba mucha pena dejarla sola. Ella había sido la mejor madre y persona del mundo así que no se merecía menos.

Cuando pasaban a revisarla después de cenar y asearla se quedaba dormida y tranquila porque su mano agarraba la de su hija y no se sentía sola. Cuando eran ya las 23:00 y estaba dormida Adela se iba a su casa con pena pero sabiendo que había pasado otro día más con ella.

Una de esas noches Adela esperaba como cada noche a que se durmiera su mamà y ella mientras leía en su teléfono un relato mientras su mano agarraba la de su madre. De pronto Adela por el rabillo del ojo le pareció ver una sombra que se acercaba. Levantó la mirada y vió una figura toda negra con alas que la hizo paralizarse como una estatua. Se quedó mirándola fijamente y tal como vino se fué.

Adela no sabía qué es lo que había visto en realidad pero se quedó muda de miedo y de horror. Cuando se fué a casa no podía dejar de pensar en la figura alada que se asomó a la habitación para ver quien había allí.

Pasaron varios días y otra noche más cuando su madre estaba ya casi dormida con sus manos cogidas, Adela volvió a presentir la figura que se acercaba. Esta presencia se colocó al lado de la cabeza de su madre y extendió sus alas sobre ella y al cabo de un rato se volvió a a marchar. No tenía cara pero sí que le habían impresionado las alas tan enormes que se desplegaron.

Cuando eran casi las 23:00 y Adela se disponía a marcharse notó que su madre estaba aún despierta y mirándola le regaló a su hija una sonrisa y con dicha sonrisa dió su último suspiro.

Acababa de fallecer la persona más importante de su vida. Comprendió que la figura que había visto y que por momentos parecía una alucinación era el ángel de la muerte.

Comprendió que vino a darle paz a su madre antes del último viaje y cómo su madre no podía hablar le regaló esa sonrisa con una cara de paz que la dejó tranquila.

Cuando rememora esos momentos le parece todo irreal pero sabe que lo que vió fué real y dejó en paz a su madre.

E. M§

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Autor:

He aprendido a disfrutar con las cosas pequeñas que no tienen precio, todo lo que se puede comprar carece de valor en mi alma.

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