La buena educación ha muerto, el civismo ha expirado de nuestra sociedad y nos hemos convertido en seres digitalizados que sólo somos capaces de comunicar sin mirarnos físicamente a la cara.
Los «buenos días», «gracias» y «perdón» ya no entran en nuestro vocabulario convirtiéndose la vida en «un gane el que más fuerte y perverso sea».
Algarabía mundana que quiere libertad a costa de la libertad de otros, jóvenes sin freno y ancianos sin fuerza para luchar.
Pensar en los demás no es una opción porque se hace lo que se quiere y cuando se quiere sin elucubrar en la molestia de los demás.
Ogros alcoholicos sacados de un cuento que buscan destruir todo a su paso y sustancia traicionera que emboba y malcria a los chiquillos mimados que ganan a costa de la pérdida de otros.
Mirar a la cara es una quimera porque nadie tiene valor suficiente para tal hazaña y quien lo hace ha de luchar cuán titán para no ser excluido. Las reglas del juego han cambiado en esta nueva sociedad y los que no las acepten se destierran a sí mismos porque el altruismo diario no existe ni tiene cabida.
Somos personas impersonales, tenemos corazón pero no amamos, tenemos cerebro pero somos unos descerebrados y sabemos hablar aunque callamos las injusticias.
Menos mal que hay un recodeco en esta selva salvaje donde hay personas que alzan los valores cómo estandarte de vida y el civismo cómo base fundamental para la convivencia.
¡Quizás no esté todo perdido!
E. M§
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