No me escondo de mi tristeza, no reniego de un mal día, es mi derecho y como tal lo ejerzo.
Hoy en día parece que hemos de estar siempre positivos, colgar en redes momentos divertidos porque sino no hay seguidores, pero aún siendo así no nos sintamos jamás culpables por tener un día triste.
Hay sucesos inevitables y dolorosos que nos marcan sacando a flor de piel nuestra pena y aunque son ley de vida no por eso tenemos que esconder nuestros sentimientos.
El dolor forma parte de nuestra vida y hay que darle su importancia porque sino se cuela en nuestra alma con mucha más profundidad. Tenemos que autoconvencernos, por otra parte, de que es tristeza puntual que no es eterna porque entonces sí que caeremos en la desesperación.
¡Consejos dados con buena voluntad pero con fatal desenlace! porque aunque algo sea ley de vida no elimina la aflición. Intentar disipar ese dolor sin llorarlo es lo que marcará nuestro futuro.
Hay que llorar, hay que pasar el duelo correspondiente para que no se introduzca en el alma y deje una huella imborrable.
Sentir y sentir, aunque sea dolor, es una señal de que estamos vivos.
E. M§
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