Publicado en Entretenimiento

Esos monstruos llamados recuerdos.

«Mirar para atrás ni para coger carrerilla». Pero ¿podemos librarnos de nuestros recuerdos? Esos monstruos que todos tenemos y que muy pocos borramos de nuestras mentes son los que dibujan nuestro futuro pero ¿es facil prescindir de ellos y actuar cómo si no hubieran existido? Es casi tarea imposible.

Nuestra vida está compuesta de un barullo de recuerdos y sentimientos que muchas veces no nos dejan avanzar. Los sucesos que nos marcaron siguen ahí cómo testigos mudos y reyes de todo lo que vendrá.

Psicología para olvidar, nuevos sueños para olvidar, nuevas amistades para olvidar pero están clavados tan hondo que nada ni nadie los arranca de nuestro interior.

Aunque queramos vivir el día a día ahí están nuestras vivencias cómo majestuosos jueces de nuestra vida que nos coaccionan a la hora de tomar nuevos derroteros.

Miedo a volver a fallar, a volver a caer en la desesperación, miedo a no volver a sentir, dolor por no poder estar con aquellos que nos amaban incondicionalmente, miedo a que los momentos de felicidad no se repitan y todo ello marca nuestra existencia.

La manera de lidiar con todos nuestros recuerdos y que éstos no se adueñen de nuestra alma es aceptarlos. Muchas veces cuando más nos esforzamos en olvidarlos mucho más fuerte se nos hincan pero si los aceptamos y los miramos sin culpabilidad, sin añoranza, sin rabia, sin dolor tendremos un gran camino andado hacia nuestra felicidad.

Los recuerdos se disipan cuando los aceptamos, cuando nos convencemos de que algo vivido no ha de marcar nuestro presente, que algo triste no nos ha de perseguir siempre y que cuando enfoquemos nuestra actitud de una manera diferente reconoceremos que no somos víctimas del destino sino protagonistas de él.

Es bueno recordar para pasar página, para reconocer nuestros errores, para aprender de nosotros mismos, para poner fin a esa culpa que nos echamos cuando algo salió mal o para apartar de nuestra mente esa sensación de que aquel momento de amor no se repetirá jamás.

Si hemos tenido una mala relación personal con alguien tendemos a culpabilizarnos de ello, cuando seguramente, el fallo estaba en ambos, cuando alguien se nos fué tendemos a sufrir por los abrazos no dados y las palabras no dichas y otra vez más la culpa recae sobre nosotros. Son todos esos sentimientos los que nos no dejan avanzar.

No hay culpa, no hay rencor, no hay nostalgia que no enmiende nuestra conciencia y así debe ser.

E. M§

Anuncio publicitario

Autor:

He aprendido a disfrutar con las cosas pequeñas que no tienen precio, todo lo que se puede comprar carece de valor en mi alma.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s