
Sabía que algo le pasaba porque se irritaba por nada. Ante cualquier acto de ella él se mostraba esquivo y taciturno. Ante cualquier dualidad de opiniones él se enfadaba. Eran enfados absurdos que le daban a Pí la pista de que algo iba a pasar.
Él era un hombre de puertas para afuera correcto, educado, amigo de sus amigos pero de puertas para adentro y en la intimidad de la relación era cruel, no porque le hiciera daño físico pero sí psicológico
Cuando Pí se daba cuenta de que quería iniciar una discusión por cualquier cosa, ya sabía que era para justificar una salida de dos o tres días en los que, seguro, se iba con otra.
Ella ya lo había perdonado en varias ocasiones. Había dejado la relación con mucho esfuerzo pero luego él iba a buscarla arrepentido, llorando y suplicando tanto que Pí lo volvía a perdonar intentando olvidar lo que nunca olvidaría.
Pero el olvido no era tan fácil, suponía un esfuerzo sobrehumano para ella que ya estaba marcada para siempre. Vivía sin vivir, amaba con un amor dependiente que no la dejaba irse pero tampoco quedarse.
Llegó un día que ya no aguantó más su descarada actitud y cortó la relación para nunca más volver. La llamó, la sorprendió, le volvió a suplicar perdón pero esta última vez había llegado demasiado lejos y Pí no lo permitiô. No oyó sus súplicas, sus «lo siento» sus «no lo volveré a hacer» todo fué en vano y Pí se marchó de su vida para no regresar jamás.
El maltrato psicológico es tan letal cómo un maltrato físico y diría yo mucho más dañino si cabe para la vida de un ser humano. Los maltratadores aprovechan la debilidad de sus víctimas para pisarlas sin que ellas sean conscientes. Y la víctima aguanta situaciones impensables por el supuesto amor hacia ellos, un amor que no es real, un amor que se esconde tras el miedo a perder, el miedo a la separación.
Y no nos engañemos cualquier persona puede ser sometida en un determinado momento de su vida por una de esas personas manipuladoras y crueles que no estiman esfuerzos en menospreciar a su víctima.
Cuando empiezas a cambiar tu estado de ánimo jovial por uno más taciturno desde que estás con esa persona es porque posiblemente estás sometida, cuando permites cosas que sin él es probable que no permitieras a nadie es porque estás sometida, si aguantas actuaciones del otro a pesar de que no te gustan es porque estás sometida y si pasas a un segundo plano cuando estás con esa persona es porque estás sometida.
En esta vida el único bien que poseemos es la libertad, nuestra autoestima y nuestros valores así que no merece la pena perderlas por seres sin luz.
E. M§
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