Publicado en Entretenimiento

ADULACIÓN SÍ PERO EN SU JUSTA MEDIDA.

Nos gusta mucho que nos regalen los oídos y nos digan lo bien que hacemos las cosas, lo guapos y estupendos que lucimos y se nos alegra la cara con cualquier alago.

Y la adulación es buena en su justa medida porque hay una linea muy fina entre una persona aduladora y una persona petulante y pesada.

Esta manera de expresarnos hacia los demás es una navaja de doble filo y puede provocar lo contrario de lo que pretendemos.

Cuando conocemos a alguien es de buena educación decir algo agradable aunque sólo sea por gentileza pero cuando de eso se pasa a una adulación excesiva puede provocar inquietud y malestar en la otra persona. Por otra parte cuídate mucho de aquellas personas que te piropean continuamente sin conocerte porque seguramente serán personas manipuladoras y falsas.

Por experiencia personal sé que cuando alguna persona que acabo de conocer me está diciendo cosas buenas durante toda una velada es porque hay algo detrás que esa persona quiere esconder. A mi ese tipo de personas no sólo no me gustan sino que también me producen rechazo. Nunca he sentido empatía con este tipo de perfiles y de una manera inconsciente me alejo de ellas por carecer de conexión.

Desgraciadamente he sufrido en mis propias carnes la actitud de este tipo de personas que de primeras sólo ven cosas buenas en ti para posteriormente y de una manera muy sibilina robarte tu identidad. Estas personas manipuladoras por naturaleza te encandilan con sus buenas palabras para luego intentar minar tu voluntad.

De aquí que tenga mucho cuidado con lo aduladores. Si he de confiar en alguien con los ojos cerrados y a primera vista será siempre y sin ninguna duda por aquella persona que se mantiene de una manera educada y sin alagos vacíos.

Tened en cuenta que las personas más maquiavélicas y perversas son aquellas que de puertas para afuera muestran una personalidad muy correcta, simpática y amable.

Así, adular si, reconocer las cosas buenas del otro también pero sin pasarse.

Elena. M§

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Autor:

He aprendido a disfrutar con las cosas pequeñas que no tienen precio, todo lo que se puede comprar carece de valor en mi alma.

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