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Toque de queda, aislamiento, confinamiento…. Jamás hubiera pensado que estas palabras propias de cualquier guerra pudieran formar, ya, parte de nuestro vocabulario coloquial.
Los niños de esta generación crecerán con toda la tecnología cómo método habitual de trabajo y aprendizaje así cómo con estas palabras relacionadas con la Pandemia.
En cierta manera siento pena porque no es una situación atractiva para un niño pero desgraciadamente es lo que les ha tocado vivir. Por otro lado los pequeños son muy maleables y se adaptan a cualquier situación.
La habitualidad de las mascarillas hará que no se sorprendan de su uso futuro.
Antes, cuando veíamos a algún extranjero con mascarilla, (ellos son más conscientes del contagio hacia los demás que nosotros) nos extrañaba y nos reíamos pensando que eran muy puntillosos.

Nuestro niños ya verán habitual las mascarillas y quizás serán más conscientes que nosotros de las enfermedades que nos rodean.
¿Somos tan idiotas de no obedecer los protocolos y prolongar en el tiempo esta situación inusualmente normal?
Pues sí somo idiotas, somos tontos de capirote porque nos creemos los reyes del mambo y que las normas no van con nosotros. Independientemente de las teorías conspiratorias que pululan por redes, las normas están para seguirlas porque en cualquier sociedad se necesitan unas leyes mínimas de convivencia. Necesitamos estar normas para evitar que cada uno limite las libertades de los demás.
Así que a ver si somos más listos y enseñamos a los más pequeños que hay que cumplir unas pautas para convivir en sociedad. Si alguna de las normas no son de tu agrado, también te queda la opción de denunciar, presentar quejas e insistir en ellas.
Cuanto antes seamos conscientes antes acabaremos con esta realidad anormal.
Yo no sé de quien es la culpa de toda esta situación mundial y a estas alturas me da igual, lo que me importa es volver a la normalidad y eso depende de nosotros.
No se puede tirar balones fuera y echar piedras a nuestro propio tejado y eso es precisamente lo que estamos haciendo.
Cómo sigamos así de inconscientes me veo con 80 años y aún con mascarilla.
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Elena. M§