En las redes no es oro todo lo que reluce. Ahora hay una polémica por los supuestos anuncios cuestionables sobre productos falsificados que algunas influencers han anunciado y he creído oportuno abordar el tema, siempre desde mi opinión.
Soy gran seguidora de muchos blogueros de los cuales, creo poner la mano en el fuego, de que sus valores y actuaciones son tal y como salen en las redes, pero bien es verdad que otros por ganar dinero y tener un minuto de fama olvidan sus principios.
No todo lo que vemos por la pantalla de nuestro móvil es real y ahí está nuestra responsabilidad en saber cribar aquellos perfiles sospechosos donde todo es maravilloso.

Ahora todo el mundo tiene una fiebre enfermiza por el deporte y no puedo decir nada malo al respecto porque a la vista está el buen resultado médico que lo avala. Pero esos cuerpos tan perfectos, a veces, son fruto de los maravillosos filtros que hay al alcance de nuestra mano.
Y el problema no está en los filtros, que cuando están ahí son para poder utilizarlos y porque hay una regulacion legal para hacerlo, pero hemos de recordar que gran parte de la peña que visualiza y sigue estos canales son personas muy jóvenes que tienen su visión madura por desarrollar y pueden provocar en ellos problemas graves en el desarrollo de la autoestima.
Y no lo digo porque sea una experta en el tema, pero me he informado largo y tendido para hablar de este asunto a razón de las noticias publicadas en periódicos, a parte de sufrir en mis propias carnes lo antes expuesto.
Soy una mujer echa y derecha y aún así cuando veo esos cuerpos, esas caras, esas vidas de regalos (que por otro lado forman parte de su trabajo y lo respeto, no faltaría más) yo me siento casi una mierda por no llegar ni por asomo a tener la vida que tienen ellos.
Por eso hay que ver todos estos canales con una madurez suficiente cómo para saber que parte del trabajo de una influencer es publicidad con filtros y que otra parte es natural.
Hacen, creo yo, una labor encomiable por lo bien que nos lo hacen pasar en estos momentos en que la casa se nos cae encima. Hay que reconocer que hay muchísimas cuentas en las que se aprecia el trabajo de detras de la cámara y muestran vídeos muy bien editados con contenidos interesantes. Además tengo comprobado que los canales que más gustan y los contenidos más apetecibles son aquellos que nuestran la naturalidad en todas sus facetas. Aquellos que muestran el día a día con acontecimientos buenos, menos buenos y malos.
Para resumir cuentas públicas sí rotundamente, pero cribando perfiles de postureo cuyo único objetivo es ganar seguidores . Además estos canales malos ponen desacertadamente en tela de juicio a aquellos que valen mucho la pena y son honestos.
Apoyo incondicional a todo aquel que se gana la vida con las redes de una madera honrada, limpia y transparente.