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El se sentó en uno de los sillones individuales de la sala y ella se sentó enfrente de él. Preparó el café y trasladó la cafetera y el servicio en una bandeja para servirlo delante de él. Ella sabía de sobra cómo le gustaba tomarlo pero no le iba a dar el gusto de mostrarlo. Así de esta manera cuando puso la bandeja en la mesita auxiliar, le preguntó cómo lo quería.
Se quedaron sin articular palabra unos segundos que a Susana le parecieron horas. Cuando volvió en sí le preguntó qué lo había llevado ante su puerta después de tres años.
__Bueno, te echaba mucho de menos y quería aclarar las cosas porque me voy lejos y quizás no vuelva__
Ella se quedó blanca, porque aunque desde hacía ya mucho tiempo se había autoconvencido que lo había olvidado, la verdad es que ahora que lo tenía enfrente su muro se había derribado. Todo lo que tenía guardado en un lugar remoto cerrado con siete candados, ahora se liberaba sin previo aviso.
Por eso cuando oyó que se iba lejos para no volver sintió un vuelco en el corazón.
__¡Ah, sí! Te vas? Vaya, y ¿te vas por trabajo o hay alguna otra razón? Bueno aunque no tienes por qué darme ninguna explicación si no quieres__
__Y tú, ¿cómo estás? He seguido tu trabajo y me enteré que expusiste tus fotografías en aquel espacio que tanto te gustaba. Leí las críticas y me sentí orgulloso__
Ella estaba atónita. Después de lo pasado en su relación, viene cómo si tal cosa y habla de la vida cómo si fuéran dos amigos normales que se cuentan sus problemas.
__Sé que estarás pensando que, ¿cómo después de tres años hablo cómo si no hubiera pasado nada? , pero me ha alegrado tanto verte que el tiempo se ha detenido cómo si nada malo nos hubiera alejado. Me voy sólo y me marcho, digamos, porque es bueno para mí y ya llegó la hora de hacer frente a algunas cuestiones. Pero quizás vuelva y podamos volver a empezar, olvidando aquello que nos separó __
Ella se quedó inmóvil y todo a su alrededor estaba difuminado, todo a su alrededor seguía vivo y ella había muerto. Sabía que su relación ya había acabado, pero en su fuero interno tenía la esperanza que él la buscaría para confesarle su desesperación y que no había logrado rehacer su vida sin ella.
Ahora lo tenía allí en su sala y le había confesado que se iba. Sintió rabia, sintió una ira interna por tener ese yo interior que no acababa de escarmentar de los palos dados. Amonestó a su corazón por actuar así y cómo siempre e irremediablente le ganaba el pulso a su cerebro.
El siguió contando:
__Sí, he de irme aunque ha sido bastante repentino y no lo quería hacer sin hablar contigo antes. Sé que te dañé cuando no te lo merecías, sé que traicioné tu confianza cuando jamás dejaste de creer en mí, sé que jamás he querido ni querré jamás a nadie cómo te amo a ti y he tardado tres años en venir porque necesitabas tu espacio. Ahora ya estás preparada para oírme y verme.
Ella lo escuchaba con atención y por un momento sintió un escalofrío que la hizo tiritar.
Siguió hablando su antiguo amor:
__Quería volver a verte, quería decirte que no te infravalores, que seas consciente de que tu valía es tal que a mucha gente dejas sin palabras. Eres buena en lo que haces y eres la persona más buena y honrada que haya conocido jamás. Haz caso a tu instinto que jamás te engañó y jamás lo hará pero oye también al corazón que es quien te hacer ser quien eres.
Ella estaba sin palabras, no podía articular frase alguna, porque aunque su corazón había sido cortado en trocitos pequeños, presentía que todas esas palabras bonitas y de aliento que le estaba dedicando su amor, eran sinceras. Las sentía en el corazón e inexplicablemente se sentía en paz. Era algo extraño, sentía una sensación de armonía que le gritaba que todo estaba en su lugar, ahora su instinto le dictaba un nuevo capítulo y que, aunque jamás volviera a ver a su antiguo compañero de vida, no echaría de menos su presencia porque pasara lo que pasara en un futuro, lo llevaba en su corazón.
Se había disipado el rencor, la autocompasión, la baja autoestima, todo había sido eliminado de su alma cómo si de un milagro se tratara y ya no sentía que su vida estaba inacabada.
Siguieron hablando de cosas varias y se pusieron al día de las novedades por ambas partes y sin darse cuenta habían pasado casi seis horas en las que no habían parado de hablar, de reír y de respetarse mutuamente.
Llegó la hora de despedirse y él la abrazó tan fuerte que podía sentir el latir de su corazón.
__bueno, no quiero que sea una despedida porque no te voy a dejar de lado. Estaré para ti, siempre. __
Continuará.
Elena. ¡Excelente!!! Espero la continuación.
Gracias por compartit.
Un abrazo
Elvira
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Gracias… Mañana mas
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