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Hace mucho tiempo ya, que ando con «el mundo por montera» porque la vida es mucho más divertida de esta manera.
Y es que no podemos estar pendientes de los demás y de las opiniones que tengan de nosotros o de nuestros actos.
Esta capacidad de obviar opiniones ajenas es casi un don, porque ¿quién en algún momento de su vida no se ha echado atrás en una decisión por miedo a lo que van a opinar los demás?
Si hemos llegado hasta aquí es porque estamos jugando ya en otra liga y hacemos lo que nos hace felices dejando atrás las críticas arcaícas de quienes no han evolucionado.
A quién le puede más la vergüenza que sus propios anhelos tiene mucho camino por recorrer aún para librarse de sus demonios internos. En mi caso, ya he perdido el pudor a hacer lo que me hace feliz.
Piensa detenidamente ahora, mientras lees este pequeño texto, si alguna vez has coactado tus actos por los demás y piensa en el motivo real de esas cortapisas que te pones.
Cuando te enfrentas a esas posibles críticas, en cierta manera, estás reflejando tus propias censuras hacia los demás. Quién no teme las murmuraciones ajenas o las detracciones de otros, es porque a su vez, no hace juicios de valor hacia sus congéneres. Aquel que desconoce la mala costumbre de criticar no critica y a su vez no considera siquiera, que es juzgado por sus actos.
Así, partiendo de esta premisa, ahora hazte un radiografía exhaustiva de tus miedos y lánzate a vivir con «EL MUNDO POR MONTERA».