¡Es curioso cómo el cerebro siempre te lleva a rememorar vivencias del pasado y en la mayoría de los casos a pasajes negativos vividos!
También me paro a pensar y doy cómo cierto aquello que dicen «la gente puede hacer cosas buenas toda su vida, pero cómo algún día hagan algo que no nos gusta, recordaremos siempre lo malo y nos olvidaremos de todo lo bueno».

Son las 3:57 A.M..y aquí estoy escribiendo ideas que se me agolpan en la mente. Relato todo lo que me viene a la cabeza y me doy cuenta que todo está ya escrito, todo en la vida ya está decidido.
Cada vez estoy más convencida que nuestra vida no está guiada por la suerte ni la casualidad, creo que las cosas que nos pasan son piezas de un rompecabezas que cuando las miras desde la distancia temporal y analizas las jugadas, te percatas de que todas tienen una consecución lógica y que las peripecias de tu vida son el camino hacia algo mejor.
Quizás no mejor, cómo tú te lo habías planteado, pero sí para darte lecciones de vida que sin ese fatal desenlace no hubieras experimentado.

Cada lección de vida es una mejora para nuestro entendimiento, cada cambio te va a enseñar un capítulo nuevo que te hará conocerte más y con suerte conocer más a los demás.
Estoy convencida que todo pasa por algo, ésto que ahora te parece horroroso es el medio para algo más y no la consecuencia de algo.
Cuando empiezas a trabajar en tu crecimiento personal e indagas sobre la naturaleza humana, te das cuenta que nosotros mismos somos los peores jueces y peores verdugos para los demás y por encima de todo los más duros con nosotros mismos.
Cuando alguien nos cuenta una mala experiencia tendemos a reaccionar de una manera compasiva y le hacemos saber que nos causa pena que haya tenido que experimentar ese episodio negativo y nos compadecemos de él (en el buen y mejor sentido de la palabra)
¿Pero os habéis parado a pensar qué sentimientos despiertan en nosotros cuando recordamos errores cometidos? Por lo general nos fustigamos, nos insultamos llamándonos tontos, imbéciles por no haber reaccionado a tiempo, por no habernos negado a algo ó por el contrario, nos mutilamos mentalmente por haber perdido la oportunidad soñada.
Si os paráis a pensar todo aquello que nos pasó produjo unos resultados que sin duda fueron mejores para nosotros.
Estoy convencida que todo está diseñado para encaminarse a algo mejor para ti. Todo está dibujado para que elijas el camino que elijas desemboque en una misma meta.
Y lo llamamos suerte, lo llamamos destino, lo llamamos de muchas maneras, todas son verdad y todas son a la vez erróneas.
Pero los cambios cuestan, los cambios no nos gustan y normalmente sacamos nuestro lado más negativo cuando se nos presentan. Más tarde, nos damos cuenta que ese devenir no deseado fue la ruta para llegar a ese oasis soñado.
Todos las alteraciones son crecimientos, si toda la vida estuviéramos en el mismo sitio nuestra vida sería monótona, triste, lineal,todos los días haríamos lo mismo y la pasividad nos llevaría a la destrucción. Cuando habéis experimentado alguna novedad en vuestras vidas, habéis sentido la ilusión por empezar algo nuevo, aunque creáis que es una mala pasada del destino.
Toda nueva etapa tiene una pizca de nueva energía, esa nueva aventura nos llevará a descubrir otros mundos exteriores, pero lo primordial es que daremos un pasito más para descubrirnos a nosotros.

Todo en la vida es consecuencia de algo, todo pasa por algún motivo oculto que verás dentro de un tiempo. Pero si cuando se avecinan cambios, ya sean de propia voluntad o de impropia obligación, te paras a pensar que quizás es lo mejor que has podido experimentar, irás analizando estos altibajos cómo cursos que te aleccionan. De esta manera serás menos duro contigo y serás más empático con los demás.
De eso se trata nuestra existencia, de valorarnos y valorar a los demás.
Incluso las peores situaciones que podamos vivir, son enseñanzas de vida y cuanto antes lo asimilemos y analicemos, antes podremos ser felices.