
Hoy huele a domingo. Si me vendasen los ojos y me abandonaran a mi suerte, sin duda reconocería este olor.
Cada día tiene un olor especial que se diferencia del resto y que si te paras a escuchar, los diferencias por el hablar de las gentes.
Cierra los ojos y olfatea, escucha las conversaciones de las personas que tienes al lado y comprobarás que las charlas son distintas.
Cuando oyes conversaciones con temas sin importancia es porque todos estamos despreocupados, la gente viene y va comprando y haciendo planes, y ese será un sábado donde sólo importan los planes de sábado.
Sin embargo un lunes cierra los ojos y vuelve a respirar, se siente el agobio, las prisas, la impaciencia, se percibe un no sé qué y si te agrupas con el resto, sentirás el mismo desazón.
Pero el domingo es otra cosa, el domingo trae otros aromas, trae sosiego, trae reunión con amigos y familia, trae tarde de películas y juegos de mesa para todos. Sólo enturbia estos maravillosos momentos, la constancia de que al día siguiente vuelve la rueda a rodar.
Pensar en mi niñez y en esos domingos donde te ponían tus mejores galas, tus zapatos de charol y todos juntos de la mano íbamos primero a misa y después a dar una vuelta por el barrio hasta la hora de comer.
Tampoco ha cambiado tanto la rutina dominical, sólo que ya no voy a misa ni me pongo mis mejores galas, por contra te digo que el domingo ahora voy de sport, de looks cómodos pero igualmente después del paseo viene el vermut irremediablemente.
Esos domingos de rastro, de visitas a museos, de planes màs familiares y tranquilos, todo eso se respira en el ambiente.
Las ciudades huelen, las estaciones desprenden aromas y los días de la semana también son percibidos por el olfato.
Pero en fin, esto es la vida, seguir y girar sin nunca mirar atrás.
¿Vosotros sentís el aroma del domingo?
#dulcedomingo#porfindomingo.