Hacerla féliz es mi felicidad. Redescubrir calles son aventuras nuevas.
Tengo miedo, tengo intranquilidad por todo lo que estamos viviendo. ¡Todo ha cambiado tanto que siento estremecimiento! Pienso que sería terrible que nos acostumbráramos demasiado bien a esta nueva normalidad, a tal punto de encerrarnos en nosotros mismos.
La convivencia con tus seres queridos es algo positivo pero carecer de tu espacio personal también puede ser contraproducente para algunas relaciones poco cimentadas.
Sin embargo he de reconocer que a mi madre y a mí, esta nueva situación nos ha beneficiado. Eso a veces me hace sentir culpabilidad ya que agradezco cada día esta situación porque me ha permitido cuidar de mi amor, de mi vida, de mi ángel en la tierra, MI MADRE.
Este ha sido hoy mi primer sentimiento..Aún en la noche, me preparo mi café y empiezo el día llena de buena energía…
Ver la carita de mi mami al despertar me dibuja una sonrisa que ella aprecia y me devuelve.
Hoy saldremos a dar un paseo en la mañana temprano porque después el calor es demasiado fuerte para poder respirar.
Cuando caminamos por las calles entre la gente, ella mira por doquier porque todo le parece novedoso. De vez en cuando se entristece cómo si fuera totalmente consciente de su situación..¡¡Me da tanta pena!..
Me doy cuenta lo díficil que es subir algunas rampas con la silla, es casi misión imposible. Me pregunto¿ los arquitectos que las hayan diseñado, habrán probado subir con una silla de ruedas algunas de sus diseñadas rampas? Eso sí para hacer bíceps es fenomenal.
Está tan féliz de ir por la calle y ver la gente que todo le parece un parque de atracciones. A su vez, yo, estoy llenísima de todo lo que me da..
Cada paso, cada deslizar de sus ruedas son aventuras por vivir, recovecos que vamos redescubriendo las dos a solas.
Ver la vida detrás de una silla de ruedas es introducirte en otra perspectiva del mundo. La gente te mira y mira a la persona que está encima de ella con miradas compasivas en muchos ojos e indiferencia en otros.
Me doy cuenta que sin apreciarlo voy dibujando mentalmente un mapa de las rutas más fáciles para poder hacer rodar la silla y las voy anotando en el cerebro para no quedarme estancada.
Cualquier desnivel es un gimnasio donde hacer entrenamiento, porque es bastante complicado subir por algunas calles.
Soy féliz, estoy llena de gratitud de poder darle una vida llena de aventuras, soy dichosa de poder hacerlo porque sé que muchas personas desgraciadamente no pueden o no quieren. Soy afortunada de vivir los años que nos queden a ambas, juntas y haciéndole más fáciles los difíciles momentos.
Muchas veces acabo agotada de empujar su vehículo de visión del mundo exterior, pero cada gota de sudor es una piedra preciosa que me añade valor cómo persona.
Por otra parte esta nueva dedicación me permite estudiar y hacer otras cosas importantes para mí ¿puedo pedir algo más?