
Es curioso cómo la vida te presenta tareas enriquecedoras para tí.
Amar con toda tu alma a tu gran compañera de viaje, a tu hija, a tu adorada perrita es lo que siento cada vez que la miro.
Ella ahora no me ve pero absorbe mi amor y me complace acercando uno de sus muñecos a mis pies porque me quiere, me ama y me lo demuestra.
Yo soy su guía, su bastón, su lazarillo porque la pobre mía no ve. Vamos por la calle y las tornas cambian, soy yo quien ve por ella, soy su guía, soy la que le avisa del próximo escalón, desnivel o de cualquier obstáculo que se presente.
Ella conoce los sitios habituales por donde pasea y se los sabe de memoria, pero cuando hacemos caminatas que desconoce, he de estar muy atenta a cualquier cambio. Cuando viene un escalón, le tiro suavemente de la correa y le digo «cuidado Senda» y ella sabe que hay algún cambio, por lo que con su olfato y su patita, tantea el pavimento y sube o baja el desnivel.
Me produce mucha ternura y pena de que no pueda disfrutar de cosas que antes podía. Se me rompe el alma, pero luego pienso que ella no cambiaría la visión a costa de estar con nosotras, y me consuelo un poco.
Ella me lo da todo y en todos los momentos..La quiero, la amo………
Ella me ha ayudado a seguir, a no caer en las profundidades de la desesperación, me ha dado paz en la tormenta, comida en el ayuno, bálsamo en mis dolores, en fin las palabra no me llegan para describir todo lo que me da y todo lo que siento a su lado.
